Cugat fue un músico español, de los principales difusores nuestra música ...
Son conmovedoras las reflexiones de un ex marino mercante que surcó los cinco océanos hasta el día fatal que se cayó al mar desde unas rocas, y que empleó el resto de su vida, casi 30 años, leyendo a Kant, a san Agustín, a Nietzsche, a Sócrates a Platón etc. Por la negativa del Tribunal Constitucional a admitir uno de sus recursos de amparo le condenaron a vivir contra su voluntad:
"El derecho de nacer parte de una verdad: el deseo de placer. El derecho de morir parte de otra verdad: el deseo de no sufrir. La razón ética pone el bien o el mal en cada uno de los actos. Un hijo concebido contra la voluntad de la mujer es un crimen. Una muerte contra la voluntad de la persona también. Pero un hijo deseado y concebido por amor es, obviamente, un bien. Una muerte deseada para liberarse de un dolor irremediable, también". Y añadía: "Ninguna libertad puede estar construida sobre una tiranía. Ninguna justicia sobre una injusticia o dolor. Ningún bien universal sobre un sufrimiento injusto".
Once manos amigas. Once funciones diferentes. Y ninguna de ellas delictiva en sí misma, le ayudaron a cumplir el deseo que la justicia le había negado.
cuando la materia se junte de nuevo,
en la próxima contracción del universo.
Seremos, entonces, átomos compatibles.
Porque llevamos grabada en la memoria
un mensaje irrefrenable de sentirnos poseídos y poseer.
Un mismo deseo y una misma voluntad,
que los prejuicios impidieron unirse cuando nos miramos.
Volveremos desde el principio a vivir y amar
sin prejuicios, sin pecado, sin miedo, sin pudor,
para purificarnos de todo desatino.
Volveremos, tal vez, a encontrarnos,
por la fuerza universal del amor".
Muchos años después, este peculiar Notario, junto con su Oficial Mayor, que le acompaña en la fotografía, fue requerido para que levantara acta que dejara constancia de que el modelo de un bikini de una determinada marca no impedía el paso del sol y aquellas carnes que el citado traje de baño taparían, también se pondrían morenas. Al notario se le encargó que revisara exhaustivamente la prenda en cuestión, que se iba a vestir una chica durante unos días para tomar el sol.
EJERCICIO DE EXPANSION Y CONTRACCION DE IDEAS:
- ¿Me quieres decir que por 2.500 kilos me quedo con NCG Banco, Barreras, Pescanova, el Depor, controlo la Citröen de Vigo y pongo a andar los astilleros? ¡Qué país!
-Pero, ¿cuánto necesitas? –dijo Amancio Ortega, impacientándose.
-Verás –repuso el presidente Feijóo sacando su libretita- necesitamos unos 2.500 millones de euros para salir del paso. Veamos, si mi conselleiro no me engaña, nos hacen falta 5,1 millones para quedarnos con el 51% de Barreras y tener el control; otros 250 para quedarnos con Pescanova, una oportunidad de oro, Amancio, vale muchísimo más, es un regalo, te lo juro por Snoopy; otros 1.000 millones para echar a los chinos de Dongfeng de Citröen y conseguir que por fin Citröen sea gallega; 170 millones de euros para resolver lo del Depor, y 401 millones más para el primer pago de NCG Banco; los otros 602 millones, si eso ya te los pido en 2018... ¡Ah, y 600 más para un par de floteles en Ferrol y Vigo!
-Total –dijo el director financiero de Ortega tirando de calculadora-, 2.426 millones de euros...
El asesor financiero, mano derecha de Ortega, hizo cuentas a la velocidad de vértigo a la que estaba obligado por su sueldo:
-No lo veo, Amancio. Tenemos tres mil millones ahí aparcados, pero sería una inversión desastrosa. Con esa pasta podemos quedarnos el edificio de Green Park en Londres, por unos 500 millones, dicen que si te asomas a la ventana puedes saludar a la Reina en Buckingham Palace; luego podríamos meter 23 millones en Valencia, 44 en Barcelona, 250 en los cuarenta edificios de Caixa Galicia, 120 en la sede de Bacardí en Miami y otros 170 en el rascacielos de Boston; ah, y por 1.200 millones más nos quedamos todo lo del grupo Risanamento en París. ¡Son inversiones seguras, Amancio!
El Presidente bufaba contrariado; aún no era el momento de invocar la inmensa riqueza del dueño de Zara; él sabía que aquella bagatela apenas representaba el 7 % de su fortuna; si conseguía convencerle, a Ortega todavía le quedarían 35.000 millones para sus caprichitos inmobiliarios por el mundo adelante. Insistió, pero la mente de Ortega no atendía a razones; era el momento de invocar las razones del corazón:
-Podemos darte la Medalla Castelao… y un nicho en el Panteón de Gallegos Ilustres. ¡Sin prisas…! –corrigió el Presidente al ver la cara de grima del financiero.
-Mira, Alberto, no lo veo. Lo de Barreras y Navantia es tirar el dinero, pan para hoy y hambre para mañana, eso no hay quien lo levante. NCG… ¡si quisiera un banco, me compraría uno serio, no de juguete! Pescanova es un avispero corrupto que no lo quiero ni regalado. Ya estoy mayor para aguantar botarates.
A medida que Ortega hablaba, su asesor asentía con la cabeza como esos perritos que viajan en el salpicadero de los coches, y el Presidente se iba poniendo pálido, lívido, rígido, convulso. Ahora tendría que empezar una penosa peregrinación por México, Venezuela, Madrid para salvar a Galicia de la quiebra.
-¡Decidido! –zanjó Amancio Ortega sin pestañear- sigo adelante con Londres y París. Teniéndote como Presidente, Galicia no me necesita, ya verás como lo arreglas tú solito. Ah, y te voy a hacer un favor, ni una palabra, esta conversación nunca ha existido.